ALMA

Vinos como versos que nacen de la tierra y cautivan el paladar. Vinos que son pura poesía y desvelan, con sus aromas, un arte que solo tiene Jerez. Un talento auténtico y real, heredado durante siglos por nuestra familia, para producir los mejores brandies y vinos del mundo. Porque Jerez es nuestra tierra.

Calurosa, tranquila y generosa. Con alma. Una tierra a la que nos hemos entregado con pasión, porque somos parte de una gran historia.

Un arte que ya es tradición, patrimonio cultural  que revive en el Palacio Domecq, nuestro hogar desde 1885 y joya arquitectónica del barroco jerezano del siglo XVIII, con el que hemos sido durante más de tres siglos, legado vivo de Andalucía.

EL MAESTRO

Todo arte tiene su artista. Y el que la familia Mora-Figueroa Domecq lleva siglos creando ha encontrado en José Ignacio Santiago Hurtado, su mejor valedor. Enólogo, enamorado confeso del amontillado, José Ignacio Santiago se adentra en los rincones más recónditos de las bodegas de vinos generosos para hallar y descubrirnos los secretos mejor guardados.

Porque el vino es pura emoción, es un ritual que abraza los sentidos y permanece en nuestra memoria. Recuerdos que hablan de una historia que comienza dentro de una bota y que ha esperado paciente para salir a la luz. Con su nariz sensible y su paladar experimentado, busca y rescata aquellas joyas olvidadas en ancestrales bodegas para lograr las creaciones más exquisitas y que respetan la herencia de una familia con gran tradición. Una sensibilidad la de este maestro, que ha sabido leer el pasado, pero camina hacia el futuro.